Fernanda Paúl
BBC News Mundo

El expresidente Sebastián Piñera solía decir que la historia sería la que juzgaría sus acciones.

Con su repentina muerte -ocurrida este martes 6 de febrero en un trágico accidente de helicóptero-, esa frase cobra más sentido que nunca.

Personaje controvertido para muchos, y con continuos altibajos en su popularidad, lideró Chile en momentos difíciles.

Le tocó lidiar con la reconstrucción del terremoto y tsunami en 2010, con el estallido social de 2019 y con la pandemia de covid-19, entre otras cosas.

Si supo o no manejarlas de forma correcta, posiblemente quedará en los libros de historia.

En cuanto a él, reconoció que le hubiese gustado ser reconocido de mejor forma, aunque siempre confió en que sus logros hablarían por sí mismos.

De todo esto hablamos con el sociólogo chileno Eugenio Tironi, quien conoció personalmente al exmandatario.

El también reconocido consultor político y columnista escribió un libro en 2011 a través del que intentó entender la personalidad de Piñera y su baja popularidad.

Se tituló: “¿Por qué no me quieren? Del Piñera Way a la rebelión de los estudiantes”.

El sociólogo y consultor político Eugenio Tironi escribió el libro “¿Por qué no me quieren? Del Piñera Way a la rebelión de los estudiantes”.
Foto: Eugenio Tironi

¿Cuál es la respuesta a la pregunta de tu libro, “por qué no querían a Sebastián Piñera”?

Si uno busca cuál es el hilo conductor de Piñera, su manera de actuar, él siempre buscó de forma obsesiva el ser querido, el ser reconocido. Y esto lo llevó a errores, a excesos, a un esfuerzo permanente por despertar atracción.

Y eso, cuando se abusa, produce, más que cariño, hastío y desconfianza. Y en el caso de Piñera, él trataba de compensar ese distanciamiento a través de más esfuerzo por agradar, con más bromas, anécdotas y adjetivos.

La gran pregunta siempre de Piñera fue “¿por qué no me quieren?”.

Esa obsesión se le bajó un poco cuando fue reelegido, en 2017.

Y en cierto modo fue reelegido para responder a aquellos que tenían dudas sobre si podía ser querible.

Pero después, con el estallido social, se debe haber hecho de nuevo esa pregunta…

De todas maneras. Y él fue muy proclive a las interpretaciones complotistas de esos días, de esas semanas, de que hubo una mano negra en todo esto, de Nicolás Maduro o de Cuba. Porque aceptar otra cosa era agredir su amor propio. Era algo indigerible.

Pero creo que murió con un grado de reconocimiento mayor del que jamás había tenido. Sobre todo por Gabriel Boric.

El presidente Boric fue muy gentil con él, le pedía consejos. Y para Piñera tiene que haber sido muy satisfactorio terminar con un vínculo estrecho y amistoso con quien lo había enrostrado y acusado de violación a los derechos humanos.

Creo que para él eso fue muy sanador.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, le dio las condolencias a la familia de Sebastián Piñera.
Foto: Presidencia de Chile

Algunos dicen que parte de su legado fue haber impulsado una derecha distinta, alejada del régimen de Augusto Pinochet. ¿Compartes esa visión?

Piñera nunca fue pinochetista, nunca fue parte del régimen, aunque hizo su fortuna según sus reglas.

Pero hay que reconocer que fue muy influyente para que la derecha se abriera a acuerdos con la centroizquierda en los primeros años, en la década del 90.

Él robusteció a Renovación Nacional (RN), que era el partido alternativo de derecha y eso ayudó a darle un aire más democrático a ese sector político.

También se afirma que le enseñó a ganar elecciones a esa derecha…

Sí, le demostró a la derecha que podía ganar en democracia y no que tenía que defenderse de la democracia, como había sido su conducta histórica. Y como fue en forma grotesca bajo Pinochet.

Piñera pensó: “yo voy a construir una derecha que sea capaz de ganar elecciones”, y lo consiguió y a la derecha le quedó gustando, por cierto.

Sin embargo, él habló muchas veces de crear una nueva derecha. Eso no lo consiguió y creo que fue un motivo de frustración.

¿Lo dices por cómo después la derecha se tornó hacia figuras como la de José Antonio Kast?

Claro…

Multitud de personas se congregaron para homenajear al expresidente Piñera.
Foto: EPA

¿Qué pensaba Piñera de esa derecha radical?

Él, muy pragmáticamente, planteó la necesidad de que la derecha se uniera, incluyendo a Kast.

Pero en su fuero interno él tenia mucha distancia de Kast desde todo punto de vista. Y estoy seguro que esto era recíproco. Kast veía en Piñera una persona mucho más distante que mucha gente de izquierda.

Eran realmente el aceite y el vinagre.

A Piñera le tiene que haber dolido, y mucho, ver a una derecha en manos de Kast. Y no de Evópoli (partido de centroderecha), que debe haber sido su sueño frustrado, el no haber logrado crear una fuerza de centroderecha poderosa.

El cuerpo del expresidente permanecerá en cámara ardiente en el antiguo congreso chileno, previo a su funeral de Estado el viernes 9.
Foto: Getty Images

Qué caracterizaba al expresidente Piñera?

Era una persona inteligente, rápida, muy fuerte en materia de números, que cuidaba cada peso. Una persona con mucho sentido práctico. Poco empática, pero con mucha energía que terminaba siendo atractiva entre quienes lo rodeaban.

Un hombre intrépido, como se probó con su fallecimiento. Audaz, astuto, definido, receloso y desconfiado.

Muy controlador y con un fuerte amor propio. Con una creencia de que podía tener el control de las cosas. Por eso el estallido social fue tan desconcertante para él.

Porque ¿cómo era posible que en el momento en que él se preparaba para convertirse en una figura internacional, con las cumbres COP y APEC en Chile, apareciera este monstruo que él no previó?

Él no estaba acostumbrado a que las cosas se salieran del control.

¿Crees que el estallido social fue el momento más difícil que le tocó vivir?

No hay ninguna duda. Muchísimo más que la pandemia o que la reconstrucción por el terremoto. Esas tareas le venían como anillo al dedo. Lo mismo con los mineros, que fue una hazaña que le venía con su carácter.

Pero que le estallara algo como una movilización social en la cara, sin haber visto ninguna señal previa, y que esto movilizara a millones, es algo que superó a su carácter. Fue como si a un actor le quitaran su guion.

Y, además, se decía que él personalmente no creía en las demandas, como la educación gratuita o el fin de las AFP…

Él no era un dogmático en esa materia.

Lo que sí es que no podía comprender por qué se reclamaba por cuestiones que hoy están mejor que en el pasado.

Él pensaba: hoy se quejan porque no pueden pagar la universidad, pero están en la universidad y tienen becas y créditos. O se quejan porque hay que pagar peajes, pero hay rutas y tienen vehículos.

Le costaba mucho comprender eso. Y buscaba aplastar esas críticas en base a números y plantillas de Excel que abrumaban a sus interlocutores.

Los disturbios que prendiero en octubre de 2019 descolocaron a Piñera, según Tironi.
Foto: Reuters

¿Ahí estuvo su error más importante?

Para mí, su error más importante fue no haber interpretado bien lo que estaba detrás del estallido social.

No haber actuado más rápidamente y más radicalmente para atacar el malestar que allí surgía.

A mi juicio ese malestar no tenía que ver con el texto de la Constitución, sino que tenía que ver con un modo de organización de la sociedad donde la población queda expuesta a los vaivenes del mercado y requería de un avance mucho más rápido hacia una red de protección de tipo estado de bienestar en materia como salud, pensiones y educación.

Ese fue un acuerdo que él pudo haber alcanzado, haber formado un gabinete encargado de llevar adelante ese pacto, pero él se resistió y prefirió esta salida constitucional que, como hemos visto, dejó pendiente los problemas que hoy seguimos encarando.

Pero, pese a sus vacilaciones y errores, Piñera fue clave en evitar una ruptura institucional después del estallido de octubre.

Quizás Piñera exageró al decir que estuvimos al borde de una guerra civil, pero sí estuvimos cerca de una ruptura institucional. Y en eso Piñera fue clave.

¿Por qué?

Porque rechazó con mucho coraje una salida autoritaria que podría haber sido una especie de golpe de Estado cívico militar, que fue lo que propuso buena parte de la derecha.

Él fue realista también: sabía que era muy probable que no contaría con la autoridad para una aventura de ese tipo. Y al final cedió en algo que buena parte de sus partidarios no aceptaban ceder bajo ningún punto de vista: la Constitución de 1980.

Y hay que recordar que por eso Piñera fue insultado, denigrado muchas veces y muy duramente por sus propios partidarios.

Otra cosa que destacaría fue la condena que él hizo a la violación a los derechos humanos bajo Pinochet cuando se cumplieron 40 años del golpe y habló de los “cómplices pasivos” (con lo que apuntó a personas que, sabiendo lo que ocurría en el régimen de Pinochet, no hicieron nada).

Pero después, durante el estallido social, se le acusó de haber violado los derechos humanos…

Claro. Eso le pegó muy fuerte porque era contradecir lo que había sido su causa, su historia. Eso lo afectó mucho.

Pero después ha sido, de cierto modo, perdonado por la historia. Porque sus acusadores, que son básicamente los grupos que están hoy en el gobierno, lo han tenido que comprender y aliarse y convertirse en fuertes defensores de Carabineros.

Entonces, creo que esa herida, que fue dura para él, fue sanada.

Foto: EPA

¿Qué otros legados deja en Chile el expresidente Sebastián Piñera?

El matrimonio igualitario, el post natal, la Pensión Universal Garantizada también es muy importante.

La reconstrucción después del terremoto de 2010, que fue una gesta bastante exitosa.

El salvataje a los mineros fue fruto de su voluntarismo y reveló todo el carácter de Piñera.

Pero, más allá de esas cosas en concreto, creo que él introdujo como valor de un gobernante la eficacia, la gestión, la rapidez en los resultados.

No simplemente la visión o la cuestión macrohistórica sino la respuesta a demandas específicas de la población. Él instauró una nueva manera de medir la gestión política.

Y en eso, ¿qué tan importante fue la economía?

Fue importante y traicionera. Y fue la razón por la cual la población le dio la espalda a Piñera. Porque la gente creía que con Piñera de presidente, que era un empresario exitoso, la economía iba a prosperar en forma casi milagrosa, como un Singapur.

Y eso no fue así. Ni en su primer gobierno ni en su segundo gobierno. Y esto significó para sus propios votantes un motivo de mucha frustración.

¿Crees, entonces, que esa fue la principal razón de por qué terminó su último mandato con tan baja popularidad?

Claro, no les brindó a la gente lo que esperaban de él.

Pero había también algo en su estilo, en su forma de ser, particularmente en su equipo, un cierto aire que yo llamaría “tecno aristocrático”.

Mucho economista de colegios particulares, con vínculos familiares entre sí, que han nacido y vivido en condiciones de vida completamente diferentes al resto de la población.

Eso fue generando una creciente hostilidad en una sociedad cada vez más democrática, meritocrática y más igualitarista.

Le pasó la cuenta muy fuerte en el segundo gobierno. Y parte del estallido fue contra esa casta.

Cómo era percibido por sus enemigos políticos?

Era un tipo transversal que tenía nexos con todo el mundo.

Sí tenía enemigos en el mundo de los negocios y en la derecha donde se le acusaba de traición.

Pero en el mundo de la centroizquierda no tenía propiamente enemigos, todos habían hecho algún negocio político con él, era más bien cómplice.

No obstante, para la generación de Gabriel Boric no era precisamente un “cómplice”…

Claro, para esa generación fue visto como el símbolo de los “30 años”, en él se conjugaba la defensa del modelo neolibral.

Pero luego tuvo una muy buena relación con Boric.

Piñera siempre estuvo muy preocupado de su legado. ¿Por qué esa obsesión?

Les pasa a todos los presidentes y más aún a alguien que luchó tanto por llegar a la presidencia.

Creo que él volvió a ser presidente [en 2018] porque sintió que su legado no lo había cumplido en su primer mandato. Y esta es la razón por la cual le dolió tanto el estallido. Porque él ahí ya había definido un cierto legado y estaba avanzando en esa dirección.

¿Cuál era?

El reposicionamiento de Chile en la esfera internacional, recibiendo en el país cumbres tan importantes como la COP o APEC.

Ahí tenía de aliado a [los expresidentes] Eduardo Frei y Ricardo Lagos, y empezó a coquetear con ideas ambiciosas como ser mediador entre China y Estados Unidos.

Y después se tuvo que satisfacer con lo que fue su gestión en la pandemia, que no era malo, pero que en estos registros históricos, que muchas veces son injustos, no quedará consagrado con letra dorada.

Y ¿cómo crees que Piñera quedará finalmente en los libros de historia?

Como un buen presidente, como un presidente democrático, que comprometió a la derecha en el juego democrático.

Según el sociólogo Eugenio Tironi, que conoció bien a Piñera, el expresidente tenía un profundo deseo de ser querido.
Foto: EPA

Fuente: BBC News Mundo